Yo dí mis primeros 3 pasos en la sala de mi casa el 20 agosto 2012
y la
vida me regaló celebrarlo el 20 de setiembre 2014 con mis primeros 21k
Son
tantas las cosas que se viven cuando llega el día de enfrentar una prueba con
una misma, que se vuelve un reto escoger una serie de acontecimientos que
tengan coherencia entre si en un mismo relato. Así que tengo la esperanza que aquellos que lean esta reseña
entiendan que luego de un proceso largo, constante, duro, llegado el momento
una almacena cada detalle, cada instante, cada gesto, cada olor, cada dolor,
cada flaqueza, aún cuando algunos se centrarán en ¿cuánto tiempo hizo?, el corredor que va contra si mismo deja en su
piel grabado mucho más que eso; llega un punto en que pese al esfuerzo intenso
y casi inútil una quisiera que no se acabara, que el instante de la gloria de
llegar se detuviera ahí un ratito, y no importa que el reloj siga corriendo, lo
que es más, que vaya más rápido, porque ahí estoy yo con esa que casi nunca
dejo salir, con esa que dice: “de esto
estoy hecha“.
¿Va a intentar?
Ya con el
paquete en la mano, fue normal que la gente de la zona dijera: ¡Va a correr, qué bien! Sólo que el
paquete lo llevaba mi amiga Ana María, quien en las 4 ocasiones respondió: “YO NO, ella, yo solo vengo de apoyo“
(en el tanto me señalaba). La
gente me veía de arriba abajo, y con un tono educado y sin la euforia inicial
me decían: “¿va a intentar los 5k?“…..¡!!!!
¡Increíble!
la traición de la mente, a las 6 p.m. me había olvidado de Chahüites, Salitral,
La Universidad para La Paz, Puntarenas… y los entrenamientos diarios y comencé
a decir en voz alta: “¿y si ellos tienen
razón?, si me apresuré al decirle a Sandra que si ella corría la Maratón yo
intentaba la Media?, de pronto y se nota que no puedo, pero sólo yo no lo veo“. Pero de verdad era sentido el asunto, me
tenía invadida; hasta que se me complicó lo de desayunar lo de costumbre a las
3:00 a.m. y mi mente se volvió a enfocar en la carrera del día siguiente y
atender los detalles que hacen la diferencia entre terminar o no terminar.
Enfrentarse a 4.500
personas
A
la mañana siguiente, casi llego tarde porque no sabía cómo abrir la ducha. Me
sentía como cuando visité a Sandra en Bolivia y a Rosita en Lima que nunca pude
ver TV porque no me dio el cerebro para entender cuál botón apretar para cada
cosa. Pero ahí estaba mi Angel de la Guarda encargándose de todo, cuando
desfallecí con la ducha la golpeé y apareció agua por todas las perillas del
aparato, literalmente me atacó, pero logré entender el asunto. Luego me fui a la meta con apenas 15
minutos para la salida, me metí por donde no era …. y en ese momento Ana María
me dijo: “rebe venga aquí hay un espacio para pasar a la zona de corredores“, me
metí lo más rápido que pude y en menos de 4 minutos estaban anunciando que los
corredores élite se estaban acercando a la línea de meta. OJO sólo me separaban
de ellos 4 filas de corredores, por eso nunca ví el molote. Iniciaron los juegos artificiales, se
dio la salida y ahí iba yo como alma que lleva el diablo, para que no me
atropellaran, pues estaba a la par de los que venían a pelear uno de los primeros
puestos. ¡FUE GENIAL! Ana María me
cuenta que la gente que estaba atrás tenía que caminar para llegar a la línea
de meta y ella para sí se decía: “qué
raro aquella salió soplada y estos van ahí tranquilos“.
DES-EMPOLVARSE 21k
Sin
que se asomara el sol comencé mis 21k, a los 200 metros estaba empapada de
sudor, igual que el desayuno me ví obligada a hacer cambios en la estrategia,
pues era muy temprano para perder tantos líquidos del cuerpo. Comenzó a amanecer que es mi hora
preferida del día y los celajes, los congos y las aves me distrajeron un poco,
cuando vi la marca de 3k en el suelo estaba 2 minutos arriba de mi tiempo y no
había logrado agarrar mi típico pasito
tum tum, era como que algo en el ambiente me detenía. Así que concentré mi estrategia en
saludar a los muchos trabajadores de la zona que tuvieron que caminar a sus
trabajos por cuanto las vías estaban cerradas desde las 3 a.m. por la
maratón. La gente de Tamarindo es
genial, el 100% de mis buenos días fueron respondidos, muchos me dieron
aliento, en un tramo que quedé sola en la ruta, comencé a escuchar a alguien
hablando y pensé que ya estaba desvariando, pero en pocos minutos una muchacha
me alcanzó y me contó que se había quedado dormida, pero que igual ella había
venido a la maratón y no se la iba a perder por ese pequeño detalle, poco a
poco la fui perdiendo de vista.
Quedé de nuevo con los congos y ya el sol inundaba el cielo, cuando me
enojé porque al parecer traían por la carretera unos caballos a toda velocidad,
ni siquiera volteé a ver, pero en pocos segundos ví, -se los juro- como 2
chiquillos de escuela en un pique, pierna con pierna, empapados en sudor a Leo
Chacón y Gustavo Mora, fue una inyección de energía que me volvió a concentrar
en lo que había venido a hacer: “a dar lo mejor de mi.“ Los ví de nuevo en el retorno iban
igual, como corredores sincronizados.
Con esa imagen seguí en el sube y baja de la ruta. Ya camino a Villa Real algunas personas
habían salido de sus casas para apoyar a los corredores y a los pequeñitos que
apenas comienzan a dar sus primeros pasos, mi paso lento les quedó genial para
darme apoyo corriendo –ellos- a toda velocidad, mientras balbuceaban un “vamos, vamos“ a lo que yo respondí en
todas las ocasiones “gracias mi amor por
apoyarme, espéreme aquí que yo regreso“. Permítanme detenerme aquí, porque hoy, aquí, reposada,
escribiendo para ustedes esta reseña, les puedo asegurar que esa frase que en
su segunda parte fue: “gracias mi amor
por apoyarme, vio que si regrese“; fue la que me llevo hasta el final, yo
regresé como 1 hora y media después y los pequeñines luego que yo les agradecía
iban a contar que la señora les había hablado y que era la misma. No se qué ven, qué sienten ustedes
frente a un niño, que los toma en cuenta, que directamente dice: “te estoy viendo“ yo personalmente
siento, he sentido y espero seguir sintiendo RESPONSABILIDAD. No podía de ninguna manera dejar de
pasar o pasar caminando de regreso.
Bueno para algunos yo caminé, pero yo se que voy trotando, que no siento
lo mismo, que no impactan igual mis piernas, cuando camino que cuando
troto. Cerca del retorno de los
21k fue simpático porque ya me topaba con los que venían de regreso y me decían
ya casi llega, da la vuelta y ve el punto de retorno, y la vuelta tardó en
llegar y el punto se veía lejísimos, el sol ya pegaba fuerte, pero responder a
las porras de los otros corredores, ver a los que iban en silla de ruedas,
toparme cara a cara con el keniano que iba liderando la maratón y luego correr
al lado del que venía en segundo lugar, me dieron algo así como mi minuto de
fama, pues ellos van con las sirenas, las cámaras, al rato ver pasar a Wendy, a
Jenny, descubrir que Gabriela Traña tiene un don de gente que no se esconde
tras las redes sociales, sino que igual, en vivo y a todo color, durante la
carrera, si uno le da ánimos ellas deja ver que lo agradece, me llené de nuevo
de energía. En un punto cuando
todos ellos –que corrieron conmigo- se fueron con sus asistencias y cámaras,
una muchacha me dijo fuerte y cerca del oído: “eso es, baje el paso pero no se detenga“; yo ya iba rastrillando un
pie –cosa que no es normal- y en ese punto del 14k o 15k ya muchos habían
desistido de seguir corriendo y estaban caminando. Esa misma muchacha me la habría de topar a 200 mts de la meta
y con la misma intensidad abrió su mano y me dijo de nuevo, fuerte, fuerte “eso, eso campeona bajó el paso pero no se
detuvo me hizo caso“ ella estaba tan contenta porque yo lo había logrado
que creo que nunca se me va a olvidar, que una persona que corre sabe valorar
desde el corazón el esfuerzo de otra persona que corre. ¡Qué rico! ¿verdad? Ahí seguía yo en mi retorno, aceptando
toda el agua que me dieran y tirándomela encima para aplacar un poco la humedad
de la ruta, concentrada en no subir el paso, pese a que mi tiempo era un
desastre, pues tenía claro que la temperatura iba en aumento y que los sube y
baja me desgastarían, y la meta era terminar. La gente del pueblo comenzó a
decirme “ah si pudo, ya casi llega“
me emociona que la gente me recuerde, pero era realista estaba todavía a 5k de
la meta, con dos cuestas importantes por pasar. Mis compañeros CHI que me pasaban me motivaron creo que
todos sin excepción, lo cual me permitió en este punto de la carrera cambiar el
chip, y los últimos kilómetros no se por qué me sentí en un fondo y sólo
recordaba que en Chahüites no lo pude terminar por 500 metros y se me metió en
la cabeza que esta vez no me iba a dejar vencer. Estaba en eso, conmigo misma, ya no veía el entorno, creo
que no respondía a los estímulos –yo siempre agradezco- cuando vi en la sombra
de un árbol un señor de raza negra, que me vio fijamente, metió sus manos en un
balde y le dijo a su compañera: “no
importa que no sea de los nuestros, ella lo necesita para continuar“ y se
levantó con sus casi 2 metros de altura –yo no tenía ni fuerzas para asustarme-
corrió a mi lado y me puso en el pecho y la espalda dos refrescantes esponjas
de agua helada, como bajadas de mis amados Andes. No tiene nombre, yo se que cuando uno da asistencia tiene
que decirle NO a los que no son de uno, pero también se que en ocasiones se
puede hacer una excepción, en especial cuando el paso que sigue es la última cuesta
de la maratón de Tamarindo 2014.
Misma en la que habría de oir un fuerte “ESA BARBILLA REBECA“ era mi
profesor que tiene esa extraña cualidad de aparecer justo cuando una no está
siguiendo sus instrucciones, con una fuerte sonrisa me dijo que ya casi
terminaba y que si me sentía bien; recuerdo que me extrañó verlo correr con
camisa, él siempre dice que “hay que correr sin camisa para sentir mejor la
naturaleza“, lo vi alejarse pues él estaba terminando sus 42k. Unos minutos después en un punto que me
gustó mucho porque se ve el mar, mi compañera CHI Annete,
me dio ánimo, me dijo que ya estaba terminando mi gran prueba y cuando pasó a
mi lado, sin desconcentrarse de su carrera me dijo: “Que Dios la bendiga“ al tiempo que se persignaba, es un gesto que
quiero emular, así de corazón como lo recibí. Ya en este punto con la inmensidad del mar al frente, caminando
con el corazón y con la bendición de Dios estaba lo más a 1.3 km de la meta y
fue cuando comenzó esa sensación que les decía al principio, de reconocerme, de
saber de qué estoy hecha, una sensación que nos deberíamos regalar más seguido,
ya aquí no recuerdo las piernas, el sudor, el hombro que me molesta, no quería
tomar agua, sólo quería disfrutarme y fueron varios metros sóla, con pocos
corredores alrededor, lejos de casa u hoteles, que son un estar con aquello que
nos hace iguales, semejantes, es un estar, es un ser parte de lo que hay y ahí
sólo había mar y una hermosa montaña que me dio su sombra. Era yo reconociéndome parte de un Universo: latente, vivo, en movimiento. Cuando divisé mi hotel, ya volví a la
realidad, vi a Ana María dándome ánimo, incluso cuando volví a sentir las
piernas creo que se me reflejó en el paso y ella corrió a mi lado hasta la
meta. La meta, yo no se cómo vive
el que gana la llegada a la meta, pero yo desde los últimos 5 km que me topaba
con los corredores que ya iban en sus carros de salida y paraban y me pitaban y
me gritaban que ya casi terminaba, la cantidad que se queda en los alrededores
de la línea de llegada y aplauden, gritan, ovacionan, llevan en su voz el
cansancio, el orgullo, el coraje de haber corrido y yo se cómo se siente
escucharlos, es como un inmenso campanario que no importa cómo una llegó
anuncia que se cumplió la meta, que se hizo un buen trabajo los meses previos; ahí nadie se pone a sacar el PACE, ahí todos somos
uno, cada cual a su ritmo. Besé a mi
virgencita a ella le había ofrecido este esfuerzo y como siempre, me acompañó,
me golpeé las piernas en agradecimiento y sentí entre los gritos un par de
personas que me abrazaron, me preguntaron como me sentía, qué día era, me
indicaban que no fuera a parar de pronto, que fuera bajando el ritmo hasta que
llegara a la hidratación, así lo hice, hasta que sentí a alguien que me decía “si pudo, si pudo yo sabía que lo iba a lograr“ y me dio uno de los
abrazos más sentidos que me han dado en la vida, era un compañero CHI que
recogía toda la emoción que ha sido esta aventura en lo que se refiere a vivir
un proceso acompañada, recordé cuando subía mis fondos al facebook, cuando les
contaba cómo me había ido, a mi hermano que me dijo que Tamarindo era plana y
necesito verlo para que me defina plano, a mi mami que me dijo: “no se esfuerce más de la cuenta“, a
Sandra que hablé con ella por skype y me dejó ver que vivía la emoción de lo
próximo de la fecha, a mis sobrinos que me dijeron que sólo por el intento ya
estaban orgullosos, a Gaby que me dijo que estaría enviándome buena vibra, a
una mamá CHI que da asistencia y siempre me reconoce y dice “esta es mía, esta es mía, pero no le puedo
dar nada“, a la Quisi que en su ajetreada vida saca tiempito para darme
ánimos, a Rosita y Matt cargando por
Lima mi salveque, a la chinita caminando dormida a mi lado los domingos,
a mis perrillos resentidos porque ellas no salen a entrenar, a mi muchacho en
Las Malqueridas que me escribió como 3 mensajes de apoyo durante la carrera, a
Ani que me dijo que metiera la panza porque estaría ESPN filmando la carrera, se
que se quedan un montón sin nombrar pero tengo que ir a trabajar y quiero subir
esta reseña. Todos, todos sin
excepción estaban en ese hermoso abrazo que me decía que había cumplido, que
estábamos orgullosos del trabajo realizado.
He
querido escribir esta reseña tal cual escribo mis cartas a mano, sin revisar la
redacción y escribiendo lo que se me ocurre, como cuando estoy hablando, así que se brincan las incoherencias. Si la
vuelvo a leer veré todo lo que dejé por fuera y lo retomaré en particular, por
ahora como les dije días atrás: GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS POR ESTAR AHI, POR NO
DEJARME OIR MIS EXCUSAS DURANTE MI ETAPA DE PREPARACION, POR ACOMPAÑARME EN
CADA METRO DE UNA ENGAÑOSA Y HUMEDA RUTA EN TAMARINDO 2014.
Ahora
si me despido con el cariño y respeto de siempre diciéndoles, que no bajo para
nada el tiempo pero definitivamente si incremento e incremento kilómetros.
VAMOS, VAMOS A DES-EMPOLVARNOS SI SOLO PUEDE DAR TRES PASOS PUES A DARLOS.