sábado, 1 de noviembre de 2014

¿Inconveniente fondo en el Bajo La Hondura?

Cada fondo tiene su encanto, su bemol, su estilo propio.  Personalmente sufro en demasía cuando el trayecto es en carreteras de alto tránsito, los camiones pasan rápido, muy rápido y realmente duelen las particulas de polvo y concreto que lanzan a las piernas, qué decir cuando una se queda viendo de frente a un vehículo que no va a cambiar su trayectoria, nunca he entendido si es porque no calculan bien la distancia o simplemente porque consideran que la calle es de ellos y los de a pie deben jugársela cómo puedan.  En 3 ocasiones he tenido que tirarme a la calzada... pero bueno ese no es el caso hoy, podría comentarles de las fuertes pendientes en piedra, que no estaba húmeda, sino sobre la que todavía estaba corriendo agua de la montaña, un par de derrumbes de la naturaleza me dejaron ver que la montaña cedió a la cantidad de agua que ha caido en estos últimos días.  Correr en la montaña alejó varios dolores que me aquejan desde el minuto 47, el neuroma de mortón, el tobillo y, a cambio me regaló tener conciencia que debo trabajar más mi rodilla, pues esas pronunciadas bajadas me la pusieron grande y adolorida casi todo el trayecto, qué les digo de los resbalones en las piedras que me pusieron de frente al hasta hoy desaparecido nervio ciático..... ¡ah! y mi imaginación, cuando pasé por un hilo de agua, lleno de piedras, era un trillo angosto, la neblina densa y particularmente baja, con vegetación abundante de lianas y parásitas que había que quitar al paso para no chocar la cara con ella, no hubo manera en esos 500 mts que no recordara que las serpientes buscando las piedras, que toman agua y luego buscan un lugar limpio como para tomar el sol que puede ser entre las piedras o simplemente colgando de uno de aquellas lianas.  Así que fueron pasos medidos milímetro a milímetro, no podía creer ni entender, por qué estaba ahí sin anteojos, je je.  Pero bueno los inconvenientes de este fondo se dieron desde el principio y no fueron las cuestas, ni las piedras, ni la neblina, ni el agua sobre la cual había que correr... sino lo perfecto del entorno, los animales que recién se prestaban para salir a su día y volaban rápido al sentir cercano mi pasito tum tum, yo la verdad quería estar ahí con mi cámara y retratar a un hermoso macho cabrío blanco, enorme, que salía de entre la neblina y algo me decía, los más de 100 gansos de una granja, las vacas en un loma tranquilas como ellas solas y todas negras como una noche sin luna, un búfalo de agua que se echaba de ver que no tenía par... y todo todo rodeado de verde y cubierto de neblina (ya van a ver las fotos, parecen mal tomadas pero es la neblina en complicidad con la poca definición de mi super celular no inteligente).  Tengo que ser sincera, hoy casi, casi dejo mi fondo y me pongo a hacer turismo rural, pero al final lo logré: disfruté de una zona de Costa Rica espectacular y entrené.



Correr en la montaña no sólo disminuye la probabilidad de una tendinitis y fortalece la musculatura (tendones y ligamentos que rodean al músculo), sino que también establece un nuevo nivel de sincronía con aquello que nos rodea, con aquello de quizás el día a día invisibiliza, de lo que formamos parte indispensable, pues nada sobra y nada falta en el universo.  VAMOS, VAMOS A DES-EMPOLVARNOS.













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