Siempre acompañada

Ahí estaba yo entre 8.000 corredores de los 10k Lima 2014.  Ya la adrenalina sólo genera que una aplauda para que den la salida.  Recuerdo a unos señores de Brasil que estaban especialmente contentos por correr y aplaudían porque ya estaban en Lima.  Y dieron la salida, íbamos despacio, muy despacio y en un par de ocasiones chocamos con la fila de adelante porque se detenía el flujo de corredores.  Pase la salida pasadito el minuto 4.  Sabía que no debía dejarme llevar por la marea de corredores, tenía que reservar mis fuerzas en especial para el km 4, pues ahí iniciaba el descenso de la ruta, para volver a subir en el km 8.  Pero la logística se contraponía a mi promesa de dar todo, todo y no dejar de sonreir; así que me animé me deje llevar un poco por el ritmo de los otros corredores, en el 2 km ya mi camisa iba empapada y el sudor me enchilaba los ojos,  trate de darme fuerzas yo misma diciendo que estaba en perfecto estado físico para exigirme un poco más sin abandonar la carrera, pero en el fondo tenía mis dudas…. En ese momento escucho claro clarito: VAMOS REBE, VAMOS, VAMOS.  Vuelvo a ver a mi lado tratando de descubrir quién respondía respondía y me topo con la cara de un hombre de mediana edad, pelo claro que levanta sus pulgares y me dice VAMOS REBE, respondí como siempre: GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS; desconcertada me vuelvo a concentrar en mi paso.  Cuando de nuevo FUERZA , FUERZA REBE y es cuando  se cae mi minuto de gloria, al recordar que llevo la camiseta que me regaló el día anterior mi amiga Sandra y dice A DES-EMPOLVARNOS ¡FUERZA REBE!

Que casualidad un regalo me hizo correr acompañada en otro país, pues aún cuando habían grupos de personas que me alentaban, oir mi diminutivo me transportó.  Finalmente, terminé bajando 5 minutos mi tiempo, adolorida de los pies a la cabeza pero como siempre orgullosa de dar siempre lo mejor de mi.

VAMOS, VAMOS A DES-EMPOLVARNOS ESTEMOS DONDE ESTEMOS