El primer paso de este segundo calendario “que elegimos“ lo dimos el 20 de agosto 2012, un año después celebrábamos corriendo 10k, el segundo año con 21k y en escasos 74 días esta des-empolvada – si la vida concreta ese regalo- estará celebrando el tercer aniversario a lo largo de 193 k. Y de eso se trata este blog, de instarnos a movernos, a desapegarnos de la trampa moderna de la tv, el carro, el cel, la pc, los juegos de video, la tablet y otras tantas amarras con que nos atamos, con que nos inmovilizamos, sin tener autoconsciencia que inactivos destruimos los músculos, luego los huesos y el golpe de gracia: aniquilamos al cerebro. Así que una vez más: si sólo puede dar 3 pasos pues a darlos; nunca sabremos hasta dónde nos llevarán; pues si lo vemos con calma cada día de estos 3 años hemos dado la batalla a la zona de confort de nuestros astutos genes, que siempre encuentran como tentarnos a quedarnos por ahí sin movernos, hemos dado la batalla para no claudicar pese a que no había mejoría –no importa con que intensidad entrenáramos- en el tiempo de carrera. Pero –sin duda- gracias a ese “bemol“ aprendimos a manejar la distancia, la ansiedad de compararnos con otros, y nos enfocamos en vencer los miles de ¡AY! que saltan en el cuerpo casi siempre cerca del 7k, son miles porque aparece uno real y el cerebro revive todos los anteriores, los recuerda con lujo de detalles. Y justo con este tema de tener a raya el cerebro, bombardeándolo a diario en voz alta una y otra vez: “hay que salir a entrenar pues vamos a transitar sea como sea al Fin del Mundo Conocido (Finisterrae)“, es que en las largas caminatas de entrenamiento y sus largas recuperaciones nos asaltaron algunas dudas, sobre cómo una decide ir un día dar un paso y luego simplemente no detenerse y, ¿por qué no fue un impulso de ir de frontera a frontera en Costa Rica? ¿por qué a Finisterrae?, ¿cuándo los pasos de aquellos que nos antecedieron por el camino marcharon tan fuerte que nos sedujeron? ¿será que vamos todos atraídos/seducidos/rendidos internamente por un impulso primario, ancestral? ¿por qué vamos al oeste, hacia el mar? ¿Por qué hoy no me interesa un mapa, un itinerario, un GPS, nombres de albergues en cada ciudad, ni tener al lado uno de esos seres humanos con sus planes, medidas, relojes, dueños del tiempo e instrucciones, que hacen tanto ruido que distraen tanto de lo esencial de lo que hay que ver, ¿por qué en su lugar se -con certeza- que haré lo posible, tocaré las puertas necesarias, tardaré el tiempo que sea para caminar al Fin del Mundo Conocido? Y, en este punto, ¿qué tan real resulta el libre albedrío? Si es el camino quien dulcemente llama así pintado de señales pistas, mensajes, símbolos y todo tipo de pruebas que se convierten en sendas –hasta ayer inextricables- que deambulan quizás por la Atlántida, los tartesos, el Jardín de las Hespérides, los templarios, el diluvio universal presente en todas las religiones, India, Mesopotamia, el apóstol Santiago, Stonehenge, el antiguo Egipto, la isla de San Borondón, el camino de la Vía Láctea varios siglos anterior al ahora tan popular camino de las estrellas, y la mitología griega ... de este a oeste, de norte a sur, de sur a norte son cada uno caminos de vida, de muerte y de regeneración, cada cual renace en la victoria personal del autoconocimiento. La respuesta es sencilla y contundente: no hay tal elección, la peregrinación inició el mismo día que escuché claro, clarito de adentro para afuera: “entrega tu vida al camino“ y ya toda yo sabía cuál era ese camino.
VAMOS, VAMOS A DES-EMPOLVARNOS ENTREGANDONOS A ESE CAMINO QUE NOS LLAMA Y NO LOGRAMOS ESCUCHAR POR EL RUIDO A NUESTRO ALREDEDOR
PD. Siempre que sea posible compartan su historia con el camino.
Me encanta la determinación y todos los logros, espereamos seguir sus pasos, estaremos atentos a tus historias en ese caminar.
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