“después de cada
crisis no se sale igual,
se sale más
discapacitado que antes.”
¡Hola! que esté re-bien, el 15 noviembre 2018
dejamos en el tintero el nuevo reto, ese en que reflexionábamos sobre ir de la educación a la humanidad y me he esperado hasta hoy que estoy en modo
competencia, porque ustedes me inspiran, me hacen volar alto, y espero ser
certera respecto de lo que veo/aspiro desde aquí. Tengo ya cantidad significativa de tiempo
rumiando la idea que: subestimar, discriminar, estigmatizar, aislar, juzgar una
situación/condición que no se conoce, alejarse de una persona amiga/familia/compañera
laboral cuando la situación se torna difícil de llevar, … son reacciones que
consideramos el único camino porque es
sólo el que hemos aprehendido. Sin embargo, como cada una de esas reacciones es
manejable a nivel personal se me ocurre que quizás estamos ante la gran
oportunidad no de cambiar lo que puede ser cambiado, sino de transformar-nos para cambiar lo que debe ser
cambiado.
Eso si, una transformación es un proceso que exige
una deconstrucción de la manera en que entendemos el mundo, requiere de auto-consciencia,
y yo le estoy pidiendo que nos acompañemos en ese proceso, que juntas salgamos
no a convertirnos en psiquiatras o especialistas en algún campo médico/científico,
sino solo en seres humanos compasivos, que desde su metro cuadrado, aportan
para que las personas alejadas del camino de la salud mental, tengan calidad de
vida, y eso exige, que nos levantemos/reflexionemos y sobre todo que actuemos
–desde nuestras posibilidades- lo antes posible cada vez que nos percibamos como
al inicio.
Y es que si cada ser humano se ve afectado por
factores psicológicos, biológicos, ambientales y sociales, justo en este último
salimos a escena todas las demás. Solo
que por ahora nuestros prejuicios, nuestra manera de sobrellevar el mundo que
nos tocó vivir, en el caso específico genera presión no solo sobre la persona que
está fuera de la salud mental, sino también sobre su círculo cercano, que es el
que suele darle soporte, apoyo y de paso lidiar con nosotras y el ejercicio de
nuestros prejuicios.
Así, no es un secreto que en el siglo pasado
encerramos/depositamos a estas personas, las aislamos, las abandonamos
dejándolas en custodia y bajo asistencialismo; si alguna vez las visitamos las
vimos como débiles mentales, menos inteligentes, peligrosas …. Y ahora sabemos,
que no se pierde la capacidad mental, ellas perciben cómo las miramos,
entienden perfectamente “la carga” que decimos que representa, el “pobrecita”
de palabra que alguien habrá expresado en su propia cara.
Hasta aquí, en este escueto recuento, ¡hay trabajo!,
demasiado trabajo, sin embargo, el primero es que reconozcamos cómo no somos,
que descubramos que todas somos iguales, y cada cual está en capacidad de
causar un gran daño a las demás, ¡ERGO! solemos ser peor de lo que creemos; así
la idea es aprovechar el grupo unir las experiencias dar los primeros pasos,
para sanarnos nosotras “las sanas”, si las sanas; para ya luego abrir el camino
para que todas encontremos un sitio en el mundo en el que nos sintamos
productivas. Alguien decía: reivindicar la dignidad y capacidad para realizar
una contribución social y laboral; a lo que podemos agregar que un camino posible
es confiar menos en las vísceras y trabajar más la evaluación de la evidencia,
si aunque suene académico, debemos modificar la forma en que determinamos la
peligrosidad de la otra.
Se que sueno utópica, sin embargo, la última vez que
trabajamos en grupo no solo me llevaron a donde yo no hubiera llegado por mis
propios medios sino que ya ahí me convencieron que: TODOS JUNTAS PODEMOS HACER
LO QUE NOS DE LA GANA. Y aunque a nivel
personal este ejercicio sabemos que en algún punto nos va a doler, la idea es
que ese dolor/vergüenza nos propulse al cambio que reclama la sociedad actual
de manera que las personas con trastornos mentales no solo no sienta vergüenza
por su condición sino también para que sea lo más temprano posible que reciban
tratamiento y se re-inserten a la sociedad como individuos económicamente
activos. Ninguna persona merece llevar
sobre sus hombros el sentirse una carga, el estar convencida que no merece un
descanso; estoy segura que juntas encontraremos que hay ambientes y trabajos
laborales para la mayoría de las condiciones.
Sin embargo, para llegar a ese punto debemos estudiar, compartir, innovar y
re-construirnos. Por eso digo que SI no
ME ACOMPAÑA COMPRENDERE.
¿cuál es
entonces la propuesta?
Este 25 de agosto 2019 estamos inscritas en swimrun,
correremos un total de 13k y nadaremos 1.500 mts en aguas abiertas, en
segmentos alternados y que conoceremos unas horas antes de la salida. La competencia tiene un tiempo determinado y
es en pareja, misma que no debe separarse en ningún momento más de 10 metros
una de la otra. Desde agosto 2018 a la
fecha hemos trabajado conscientemente partiendo de nuestras posibilidades, aprendimos
a nadar, hemos dado cantidad de brazadas, quemado cantidad de kilómetros y,
Sofía el día que le pregunté si podía ser mi pareja swimrunera dijo: “¡yo voy
rebe!, ella está preparada para competir por el podio de este swimrun, y aún
así me dijo, rebe, vamos si solo logra-mos dar 3 pasos pues a darlos. vamos con todo hasta el final”. Ella llevará la misión de ir un paso adelante
para jalarme un poco sin desgastarme prematuramente, e irá chequeando que no
nos separemos en ningún trayecto más de 10 metros. ¡ERGO! La posición que ella asumió, no será
fácil, no es acomodarse al ritmo de una persona lenta y llevarla suave, ¡para
nada! Les digo que tenemos una estrategia, para que si nos sacan por haberse
agotado el tiempo, sea lo más adelante de la ruta y “habiéndolo dado todo”,
aquí nadie se rinde, aquí nadie baja los brazos, aquí lo volveremos a intentar
las veces que sean necesarias hasta que nuestro proceso, esté completo.
Sin duda, esta competencia es como un símbolo del
trabajo que estaremos haciendo, un poco a ciegas, un poco presionando a sacar
lo mejor de la más lenta, sin dejarla fuera del juego, y pase lo que pase dispuestas
a levantarnos y seguir adelante, “inmediatamente” después de cada caída, cada
retroceso. ¿me acompaña?
Si me acompaña, será inicialmente aportando desde su
experiencia con el trato con personas fuera del camino de la salud, de manera
tal que el grupo genere información/historias para que a nivel personal
logremos ir reconociendo los prejuicios que cargamos y hemos reproducido. El filtro del grupo soy yo y por supuesto que
pediré ayuda, para evitar un manejo inapropiado de las experiencias que decidan
compartirnos.
Ya en está segunda década del siglo
XXI visité a una familia en un país centroamericano era la mamá y 3 hijas una
con parálisis cerebral que requería su atención 24/7. Las 2 hijas “sanas” las recuerdo bien eran
mujeres altas, gruesas, fuertes, amables de mirada ingenua, obedientes,
serviciales, pedían aprobación a su mamá antes de participar en la
conversación, educadas, ellas misma me comentaron que se graduaron de la
escuela y el colegio como las mejores de su clase, lo cual las llevó directo a
la universidad, donde pasado menos de 1 año, durante las lecciones, tuvieron
conductas inapropiadas y censuradas socialmente, por lo que fueron expulsadas,
no había dinero para llevarlas a algún tratamiento, así que desde entonces
están en casa, apoyando a su mamá y sin salir. Diagnóstico: esquizofrenia. Yo
desde que las conocí me he quedado con la espinita que perfectamente pudieron
haber encontrado un trabajo, donde se atendiera el evento si sucedía y no vivir
en la miseria, miserable que viven las 4 porque ninguna tiene opción laboral
para llevar dinero a casa.
También tengo una profunda
admiración y respeto por una persona que en su adolescencia fue diagnosticada
con bipolaridad y cuando se percató que la medicación le volvía inútil, con la
fuerza de la juventud se dijo: adiós al medicamento yo esto lo mantengo
controlado “matándome” trabajando; y pasado el tiempo es una buena persona,
de trato afable, confiable, de fino humor, soliadaria y sobre todo sostén de su familia. Sin embargo, en
todos estos años en que formó una familia, construyó una casa …. la sociedad no
ha cambiado, cuando las fuerza falten y todas sabemos que el tiempo se las va
llevando, ¿cómo logrará esta persona doblegar su condición, tendrá que volver a
consumir medicamentos? ¿cómo reaccionarán las personas de la comunidad ante un episodio? ….
Estos son dos relatos que se me ocurren al calor del
momento, son reales, se pueden dar más detalles se pueden conjugar con lo
difícil que se torna a nivel legal convivir o preservar el patrimonio familiar,
cuando hay una o más personas con trastornos y derechos. Y podemos acceder a estas reflexiones, todos
juntas, y cada quien las procesará como deba procesarlas y tendrá acceso a
repreguntar o evitar ciertos tópicos.
Lo cual me da pie a comentarle que personalmente tengo la meta de
trabajar esa falsa idea que los trastornos mentales son enfermedades de “adultos
mayores”-que incluso escuché esta semana en una TV nacional- y, de la mano de la
historia de deportistas de alto rendimiento y artistas de renombre redondear el
que es a cualquier edad y cualquier circunstancia que un ser humano se puede
encontrar a si mismo fuera del camino de la salud mental, carga que no en pocas
ocasiones tiene como destino final acabar con ese dolor que quema y como una
externalidad con la propia vida.
Entonces, la idea es que este 25 de agosto cuando yo
regrese a casa y revise mi correo peregrina@hierbaroma.net,
diga ¡yo voy rebe!, si solo logramos escribir
3 párrafos pues a escribirlos. Y que
me describan brevemente su experiencia personal, de manera que yo pueda hacer
un abanico de trabajo
-
No se nada del tema
-
Viví al lado de una persona que ……
-
Recuerdo que a mi no me dejaban visitar a ….
-
Soy cercana al especialista xxxx que podría
recibirnos, darnos una charla virtual, escribirnos sobre casos que ha tratado
-
Tomo tratamiento desde ….. lo más difícil ha sido ….
-
Tengo años trabajando en una asociación …..
-
Familiar y legalmente se torna …. la convivencia con
mi hermana, hermanos….. por….
-
Trabajaré qué es y qué no es trastorno social
-
……
No deben incluirse nombres específicos de las personas,
ni enfocarse en las situaciones que se generan durante algunas interacciones,
sino más bien en la reacción personal al convivir con personas con
trastornos. La idea es vernos a nosotras
mismas, no dar un relato que implícitamente “justifique” nuestra ahora
normalizada reacción de rechazo social; andamos buscando el punto en que si
aceptamos que es difícil primeramente por desconocimiento, pues lo que hay que
hacer es investigar/conocer/transformarnos.
Hay áreas de trabajo que iremos descubriendo juntas
a lo largo de 240 días, que es el tiempo que considero pertinente trabajemos
para convertirnos cada cual en agente de cambio respecto a la salud mental.
Tengo claro que esta vez mi invitación, no es fácil,
sin embargo, cuando las estadísticas dicen que una sexta parte de la población
mundial sufre algún tipo de trastorno mental, y ya sabemos, que por el estigma
social a la persona le da vergüenza aceptar su condición, no hay duda que hay
una cantidad considerable que sufre trastorno y no acude tempranamente a un
centro de salud. Y, si sumamos a las
estadísticas la noticia de la semana anterior que dice que una niña de 10 años
no aguantó el acoso escolar y acabó con su sufrimiento; no hay manera de no
aceptar que algo estamos enseñando/transmitiendo erróneamente a la niñez que
insiste en irse contra lo diferente, eso es responsabilidad de quienes
convivimos en esta sociedad, ese es el reto personal, personalísimo al que le
pido me acompañé, que en cada una de nosotras, exista apoyo, acompañamiento.
En 1960 se realizaron unos estudios que concluyeron
que existía tanto en el medio urbano como rural costarricense la tendencia a
rechazar al (ex)enfermo mental, primordialmente en situaciones de cercanía
social; el mismo concepto de enfermo mental provocaba rechazo por malo e
incomprensible. En el segundo semestre
del 2019 quizás sigan vigentes esas conclusiones, sin embargo, hay algo que si
cambió, la voz, la acción de múltiples instituciones, asociaciones, madres y
padres de familia que describen lo que viven a
diario, que claman por ayuda/comprensión.
Hoy tenemos la oportunidad de potenciar ese trabajo, solo agregando
conocimiento/consciencia y deconstruyéndonos cada cual.
Le espero en el momento que estime conveniente y
pertinente para usted. Solo recuerde que
para salirnos del camino de la salud solo se requiere estar ejerciendo el
ejercicio de la vida.
Antes de despedirme
Como siempre agradecer una y mil veces a mis maestros:
mi profesor CHI, los Julio -uno me enseñó a nadar y el otro me tiró al mar
¡grandes! los dos-, a quienes a diario me sostienen, me dan ánimo, me apoyan,
me recuerdan que están pendientes con la pregunta: ¿entrenó?, me financian al
punto que no me hace falta un solo accesorio una sola lección, un solo
entrenamiento, incluso algunas sin conocerme me dicen vamos, vamos rebe, estos
meses de entrenamiento he tenido a mi disposición unos cordones de tecnología
de punta que amablemente me envío alguien que solo me ha leído y me mandó a
decir: “para que siga adelante”. Igual en cada evento alguna figura
pública (sin saberlo) me ha motivado, en esta ocasión Hanna Gabriels cuando le
comenté que el tiempo del swimrun está por encima de mis posibilidades y será
la primera competencia en que me inscriba y no de todos los pasos (las brazadas
estimo que si), me dijo con esa energía que la caracteriza: “paciencia rebe con paciencia logrará todo lo
que se proponga” y con esa frase y con el hecho de que en este país las
figuras élite se toman el tiempo de animarnos a las que nunca les alcanzaremos,
con eso me voy al swimrun que marca la salida de esta aventura para
concientizar-nos sobre la salud mental.
¡Hay trabajo
personal por hacer y un grupo dispuesto a compartir su experiencia para
catapultarnos a cada cual en la parte que nos corresponde! y que así en silencio
y hacia adentro se escuche nuestro grito social:
¡TODOS JUNTAS PODEMOS LLEGAR A DONDE NOS DE LA GANA!
El
resultado findal del ejercicio Con el viento a tu espalda está
reservado para aquellas que participaron, sin embargo, hemos compartido
una reflexión para que el trabajo de sensibilización personal no se
detenga. siempre gracias