Ustedes saben que ahí ha estado desde el primer día, casi llegando al límite con la majadería mi obsesión por
no planear nada, por dejar que la entrega al camino fuera pura, una elección
por la confianza, una lección de vida sin interferencias, sólo dejándome
llevar. Y no digo que soy valiente,
ninguna palabra me define menos que esa, pero al parecer la esencia de esta
persona consentida, mimada y protegida es inevitable, y es que se que no me lo
van a creer, pero igual lo voy a gritar a los cuatro vientos; Mi Camino, el que me elegió para agradecer a la vida este
2015 me dice alto y firme: “deja tus
miedos en casa, aquí estoy con los brazos abiertos para que me recorras“ Y,
¿cómo se lo dijo? se preguntarán ustedes, ¿acaso el camino le mandó un
telegrama a la cavernícola de la tecnología? Pues no, fue un mensaje –desde mi
manera de entender el mundo- aún mejor:
esta des-empolvada no va a llegar a un Portugal frío, extraño, ajeno,
pues en Leiria mi amigo Telmo a quién no he abrazado nunca, a quién no conozco,
con quien deberé comunicarme con un diccionario al lado y a quien nunca le he pedido nada, LEAN CON ATENCION él me mandó a decir que me espera para que ese mismo día
llegue sana, salva, acompañada y sin -por desorientada- perderme en el camino a
mi segundo destino: FATIMA, pues mi primer destino es mi encuentro con mi amigo Telmo.
OBRIGADA, OBRIGADA, OBRIGADA
VAMOS, VAMOS A
DES-EMPOLVARNOS QUE ESTE VIAJE NO TERMINA SINO HASTA EL ULTIMO ALIENTO Y COMO NADIE
ESTA POR CASUALIDAD A NUESTRO LADO TRANSITEMOS CON LOS BRAZOS ABIERTOS, CON UN ABRAZO A FLOR DE PIEL, DE ESOS QUE SE DAN Y SE RECIBEN